10 de julio de 2011

Auto-mutilación, así la llaman en Internet. Sí, tengo la maldita manía de investigar cualquier cosa que hago o me pasa. Me interesé en el tema y descubrí con verdadero asombro que no era la única que lo utilizaba como método de sustento, como manera de seguir viva sin que te consuma el dolorSI o Self- Injure, así lo denominan en inglés. Hay muchísima información dando vueltas por la net. En aquel momento me sonaba desconocido y sin embargo la automutilación no era tan nueva.Es un método de compensación, puede llamárselo así. Está muy relacionado con los comportamiento adictivos y que aunque no es socialmente aceptado es más común de lo que imaginé. Muchos lo catalogan como una necesidad de atención o manipulación pero es antes que nada la expresión interna de un grito interno.
La autodestrucción puede tratarse de cortes, quemaduras, rasguños y pueden ser vistos como una forma de expresar el dolor – una forma no verbal de comunicación donde los sentimientos son externalizados a través del cuerpo donde podran ser tratados de un modo más visible. El acto de mutilación puede ayudar a una persona a liberarse de un sentimiento intenso de rabia, tristeza, soledad, vergüenza, culpa y/o dolor emocional. Mucha gente que se corta lo hace como un intento de liberar aquellas emociones que están sintiendo y sin embargo no pueden expresar. Yo particularmente me sentia tan muerta que ver salir la sangre me ayudaba a darme cuenta de que realmente estaba vivaCualquiera sea la forma de auto-mutilación que se use se siente después paz y calma. Como esos sentimientos son solamente temporariosla persona va a seguir lastimándose hasta que realmente empiece a tratar con los verdaderos problemas que hay dentro y encuentre forma más sanas de aliviar la pena. ¿Por qué una persona querría lastimarse a sí misma? Es la misma pregunta de siempre. Hay muchas maneras de abusar de uno mismo . Las personas encuentran en el auto-abuso una paz que ninguna otra cosa les da. Les permite aliviar los sentimientos y emociones e incluso huir de ellos. Si los individuos sienten odio contra si mismos al cortarse sería la manera de sacar todo ese odio de adentro. Quizás se digan a si mismos que son feos, que son inútiles, que nadie los quiere. El dolor que nos pueden causar nuestras propias palabras no tiene límitesLa historia de las cortaduras puede significar "necesito atención" o quizás "necesito ayuda". La persona que se corta no quiere matarse, pero si quiere que se le preste atención, que se le escuche. Es importante saber lo que estamos haciendo, pero más importante es saber por qué lo estamos haciendo. Nadie se comporta mal porque sí y si nos cortamos es porque sentimos que hay algo positivo en el actoAsí como los desordenes alimenticios se usan para aliviar la pena interna, el acto de cortarse o quemarse tiene el mismo fin: ayudar al individuo a tratar con esa pena interna. La auto-mutilación es probablemente la menos entendida de las formas de autodestrucción y hay muchos mitos asociados con ella, lo cual hace que la gente se sienta avergonzada de pedir ayuda o de hablar sobre ello. Muchas de las personas que se cortan son perfeccionistas y no son capaces de manejar sentimientos intensos, tampoco saben describir sus emociones verbalmente, no les gustan su forma de ser o su cuerpo y pueden experimentarcambios en el humor muy repentinosPueden cortarse como una manera de expresar sus emociones y sentimientos, o como castigo. No estaba sola. Encontré en un buscador de Internet, además de muchísima información, algunas páginas con fotos de brazos y piernas y estómagos cortados. Gente que solía hacerlo como método para aliviarse y que pensaban, como yo, que no tenía nada de malo. Es decir, sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien, pero de nuevo era aquello o vivir muriendo. Prefería, a decir verdad, vivir cortada. Lo mantuve en secreto hasta que una noche cuando vino Néstor a hacer su rutina de tratamiento psicológico exploté. “Nadie sabe cómo me siento. Todos dicen que sienten mucho lo que me pasó para nadie sabe realmente cómo se siente estar muerta. Néstor, no sabés lo que es sentirse muerta. Tener que ver sangre para saber que aún estoy entre lo vivos. Vos no sabés lo que es, nadie puede entenderme”. Entre lágrimas y ahogos intenté explicarle mi indignación: “porque ya me están creciendo el pelo y las cejas la gente piensa que estoy mejor. ¿Cómo puede alguien pensar que soy feliz? ¿Cómo pueden decirme que me ven mejor y que pronto todo va a pasar?”. Néstor me miraba con tranquilidad, con ojos calmos que inspiraban ternura. Casi podía escucharlo diciéndome “te entiendo”. Sabía que él sí me entendía, pero aquello también me llenaba de rabia: que solo me entendiese porque era un diagnostico más del DSMV. Exploté, ya no lo soporté. “¡¿Qué les hace falta Néstor para entenderme?! ¡¿Tienen que verme sangrar?!” y mientras terminaba esa frase me arremangué la camisa. Néstor abrió los ojos como platos y me volvió a acomodar la ropa. “Cielo ¿tu mamá vio eso?”- me preguntó. Llorando le contesté que no y volví a arremangarme para ver las marcas en mis brazos: sangre coagulada, decenas de profundísimos tajos que centímetros más profundos pudieron haberme quitado la vida. Le dije a Néstor que iba a intentar parar, le prometí que iba a buscar otra forma de aliviar mi dolor. Me dijo que podía llamarlo en cualquier ocasión y que era mejor hablar que sangrar. Sí, te escucho, pero sigo sin entender cómo hablar puede sacarme la basura que tengo adentro. No solo no pare sino que mis cortaduras eran cada vez más profundas y se aparecían más a menudoEra adicta, no había día que no lo hiciese. Lo necesitabacomo a la comida. Sí, comía como una persona normal, lo que me llevó a recuperar aquellos kilos que habían desaparecido durante mi etapa anoréxica. Tampoco vomitaba, porque era consciente de que podía vomitar también las pastillas que tomaba y definitivamente no quería sentirme peor; en caso de que esto último fuera posible. Me uní a un grupo de self-injurers, de gente que se cortaba. Allí conocí a mi amigo canadiense, Ammar. Lo que él hacía era bastante leve en comparación con otros (cada tanto un miembro desaparecía y lo dábamos por internado o muerto). Él usaba escarbadientes para pincharse las encías hasta que sangraran. Eso lo dejaba tranquilo. Pronto dejó de hacerlo del todo y me convenció para que dejase de cortarme. Con sorpresa encontré a mi amiga Rach de Australia en el mismo grupo (aquella chica que ibamos a llamar para el documental de anorexia). Ella también se cortaba, pero me daba muchísimo miedo. No solo se cortaba sino que después prendía una vela y calentaba pequeños pedazos de metal y se quemaba las heridas. Todos éramos suicidas sin éxito (incluso Rach y Ammar) y nos odiábamos a nosotros mismos y sin embargo, encontrábamos en el grupo de “auto-mutilación” algo de compañía, apoyo y entendimiento. Ojalá jamás se acabaran esos grupos. Creo que hay que conscientizar a la gente de que aquellos grupos no son negativos. Sí, en muchos se dan consejos acerca de cómo y dónde cortarse para provocarse la muerte, pero muchos de ellos, los más serios, solo cuentan sus vivencias y las comparten.  
¿Cuál es el valor de respirar? Respirar no es estar vivo. Estoy muerta desde aquel día y algunas personas me fueron matando de a poco. No lloren porque me fui hoy. Lloren porque me fui hace mucho tiempo. Hace dos meses dejé mi alma. Ahora es tiempo de dejar mi cuerpo, que no tiene nada que hacer en esta tierra. 
Abzurdah - Cielo Latini.